Cuando uno es madre

Cuando uno es madre no hay tiempo de detenerse a recordar rencores,
los relojes suenan para amamantar amor,
la capilla de dioses abre sus puertas
para asomarse a observar la vía lactea q se derrama en nuestras batas.
El silencio de su sueño es nuestra vela encendida,
no hay nada que se iguale a esa angustia de verlo vivo y tan dormido.
Nuestro vientre se retuerse en cada espasmo de llanto
y no es e
l cordon lo q los une, es el rito prestado del corazon latente.

Cuando uno es madre las aceras de la calle
son el mundo acechante q lo espera con caimanes en cada esquina,
nosotras no podemos impedir su caída pero impediremos q lloren sin consuelo.
Cuando uno es madre se olvida q existen las estrellas, la luna, el sol;
ellos son nuestro camino iluminado día y noche,
nuestra vela en el desvelo de sus fiestas,
nuestro cohete de año nuevo.
Ni dios con chiva ni Zeus con trono entenderán que significa el chorro de Hera en la Galaxia.

Datos personales

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Lara, Barquisimeto, Venezuela
Eva Elena García Troconis Nace en Barquisimeto el 17 de Julio de 1988. Participó En la agrupación de teatro Hinayana en el montaje: Prometeo Encadenado y Envainado. Fue participante del Congreso Nacional de Teatro efectuado en la ciudad de Barquisimeto en el 2008. Ha realizado trabajos culturales en la Comunidad de Ojo de Agua Quibor Estado Lara. Participó en la Primera Feria de Performance Fugaz del Estado Lara Mayo 2012. Seguidamente en el VI Salón Municipal de Artes Plásticas Barquisimeto. Fue ganadora del 4to lugar del Encuentro Nacional de Poesía y Ensayo Independencia y Soberanía en Mayo 2012. Participó en la IV Bienal de Performance Deformes en Santiago de Chile, Noviembre 2012 Participó en el Festival de Perforchoroní, Enero 2013 Participó en la Velada de Santa Lucía en la Curaduría de Nelvis Acosta Dardos Amorfos en Maracaibo, Zulia. Marzo 2013 Actualmente estudia el 5to semestre de Artes Plásticas en la UCLA y es profesora de Lengua y Literatura

lunes, 30 de abril de 2012

David y Goliat

Miedo al claustro/ infierno del que me nutro/ pánico ante las palabras/ que se estancan como huevos de sapos/ Claustro de mi mirada/ hacia una misma nada/ construye enigmáticamente/ su única muralla/ y chucuplum/ caigo en el abismo de un océano/ que me limpiará/ alguien dijo que era ese océano/ yo quiero comprobarlo/ hay de él si no es así/ y mi veneno se obstraya en mis paredes piel / Desde donde no puedo ver lo rojo/ me ciego a verlo/ porque a veces viene acompañado de demagogia/ de mierda decadente/ y no quiero ver el rojo de ese claustro de otras pieles/ Innundada en la miseria de mis palabras/ sin artificios que me conduzcan a describirlo/ yo no me siento un Goliat gigante/ que puede aplastar al rey David/ caigo en sus mismos recursos retóricos/ y aún así soy tan inútil al usarlos/ no soy dios/ ni luz/ ni me creo con alas/ porque me las han aplastado tantas veces/ que ya ni se si vuelo/ aunque a veces vuele/ con el veneno de una bruja/ Pero termina la historia/ con el gigante Goliat/ sin cabeza/ paranoico/ envuelto en su propia sábana de palaras maltrechas/ A David lo acompaña Dios/ su dios hecho palabra/ en el que un moustruo nunca puede creer/ porque dios no ama a los mounstruos/ y las decadencias del canon muestran/ la estética de la perfección humana/ y no de la imperfección pagana/ Por eso, ni en el arte puede creer un moustruo/ ni en la ciencia/ ni en ninguna vaina humana/ así sea un corazón latiendo/ o un bebé con risa sana/ ni en una doncella flaquiforme/ ni en un palacio de manzanas/ si a dios lo creo el hombre/ yo me cago en su palabra/ Porque el hombre/ indeciso/ tiene dudas/ y no hace nada/ se recubre en su utopía/ y no ve bien cuando a otro daña/ lanza llama a quemarropa/ se retuerce en la mentira/ mata cerdos, muerde caña/ y se refugia en su idolatría/ ¡Basta de egos!/ choquen y desintegrénse/ en la fuerza de la palabra/ que si bien, dudo de ella/ me parece que algo sana/ ojalá nadie se aferre al terror/ de esta muralla/ pobresía de mortales/ metralleta en la batalla/ cursi/ fácil/ rectilínea/ nunca quiero que te laman/ los que buscan la mentira/ en el eco de sus propias fallas/ Muere al fin cuando se vayan/ los que dieron la batalla/ aquí nos quedamos David y yo/ en la cien de esta nuestra cabeza agigantada.

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